Nota: El marisqueo es una actividad ilegal. Todos los animales que aparecen en las imágenes han sido devueltos vivos a los pocos minutos de su pesca en la misma poza donde los encontramos. La única excepción son los caparazones de algunos decapodos de interes comercial (centollos, andaricas, ñoclas) que hemos comprado en una cetarea y que hemos fotográfiado después de zamparnoslos.
En los meses de verano nos gusta ir a la playa, pero nos gusta aún más ir al pedrero con unos escarpines, unas gafas de bucear y un truel (o redeño como dicen aqui). Lo pasamos bomba saltando de las rocas, buceando en las pozas, explorando todos los rincones y sorprediendonos con las maravillas que alli se esconden. En pocos lugares un niño disfruta tanto como en un pedrero. Uno de los mejores recuerdos de mi infancia y que más atesoro es ir a pescar quisquillas con mi padre a los pedreros del Molín de Puertu en el cabo Peñes; y ahora que soy padre intento transmitir a mis hijos ese amor por los pedreros que herede de él. Ojala que cuando sean mayores se acuerden de lo bien que lo pasabamos juntos igual que yo recuerdo esos días de pesca con el abuelo.
Adrían listo para zampullirse en el pedreru de la Arnia (verano de 2020).
Arturo con un gobio que pesco el mismo en el pedrero de La Arnia (Agosto
de 2020).
Una andarica. La Reina del Pedreru. A esta la cazamos entre Arturo y yo
en el pedrero de Cerrias y recuerdo que tenia bastante mala leche.
Si la andarica es la reina, el pulpo es El Rey. Este pulpo lo vimos
buceando en las pozas del pedrero de La Arnia (Verano de 2020).
Como no Arturo lo cazo con sus propias manos.
Ese día estaba con nosotros la abuela que no pudo dejar de acercarse
para verlo. Yo creo que era la primera vez que veia un pulpo que fuera
"a feria".
Como siempre, después de la foto de rigor liberamos al pulpo con mucho
cuidado en el lugar donde lo encontramos.
Este no recuerdo muy bien donde lo cogimos. Creo que en la misma playa
de Somocuevas donde hay bastantes y es relativamente fácil verlos
buceando. En marea baja todos los años hay un paisano que me jode
bastante porque anda cazando pulpos pequeños con un palo para meterlos
en una botella de vidrio y llevarlos para casa. Este por lo menos se
libro.
Lo que si es más raro es encontrarse con una sepia. Esta podre quedo
atrapada en una de las pozas que se forman al bajar la marea en la playa
de Torimbia y con el agua caliente por el Sol debia de estar un poco
atontada porque fué muy fácil pescarla con el truel que llevaban los
niños. Luego de la foto la liberamos en el mar (Verano de 2019).
La mariscada que nos metimos entre pecho y espalda en Otur el verano de
2020 para celebrar el cumpleaños de Raquel. Una ñocla, un centollo del
cantábrico y una andarica para cada uno.
En una salida nocturna que hicimos con los niños y unos amigos al
intermareal en el pedrero de Cerrias (verano de 2019). Estaba lleno de
pepinos de mar o cohombros, que pertenecen al filo de los equinodermos.
También pudimos observar otras clases de equinodermos. Una estrella de
mar, dos oricios y tres ofiuras.
Otras capturas de la noche. Llamparas, bigaros, lapas y un gobio. Antes de irnos volvimos a soltar toda la pesca en las pozas.
Pero sin duda la estrella de la noche fué esta especie de cabracho.
Estaba perfectamente mimetizada en una poza y la vimos por casualidad
cuando se movio. Sorprendentemente la pudimos pescar solamente con el
truel y eso que apenas cabia dentro.
Un huevo de raya que nos encontramos en la orilla en la playa de
Somocuevas.
Nuestro insulto favorito: "¡Eres un pepino marino!"
Sin ninguna duda lo más divertido de todo es pescar
quisquillas con la
única ayuda de un truel y mucha paciencia. Los niños son todos unos
especialistas en la técnica que primero a mi me enseño mi padre y
siempre pescan un montón. La mayoria de las veces son muy pequeñas, pero
de vez en cuando atrapan a un ejemplar digno de la mejor de las
marisquerias.
Esta quisquilla es seguramente el ejemplar más grande que he visto en mi
vida, incluidas las que veo de tapa en los bares. La cogimos en el
pedrero del islote de Los Covachos durante las mareas vivas de San
Agustín en Septiembre de 2019. Luego de fotografiarla la volvimos a
dejar en su poza donde esperamos que siga viviendo mucho tiempo.
En memoria de mi padre.
Víctor M. Campa, Agosto de 2021.